En nuestro primer año, el C.E. LGTBI+ DRACS València celebramos el Día Internacional contra la LGTBIfobia en el Deporte en memoria del primer futbolista profesional que visibilizó su orientación afectivo-sexual, Justin Fashanu.
En esta fecha recordamos que todavía hace falta mucho por hacer para desterrar cualquier tipo de discriminación en el mundo del deporte en España.
La LGTBIfobia en el deporte
Desde la muerte de Justin Fashanu en 1990, el primer jugador de fútbol que declaró públicamente su homosexualidad estando en activo, víctima del acoso sistemático por su orientación y de quedar apartado del deporte por parte de los clubes hasta los insultos y descalificaciones que han sufrido las fubtolistas del Real Club Deportivo de La Coruña que hicieron pública su relación este mismo 2019, se repiten los mismos patrones LGTBIfobos que intentan minar las vidas y carreras de las personas diversas en el deporte.
No hace falta buscar ejemplos de LGTBIfobia en el deporte de élite, el día a día de las competiciones deportistas está plagada de insultos de odio, normalizados y consentidos, hacia el colectivo LGTBI con insultos y amenazas; incluso en el deporte base.
La invisibilidad de las personas diversas en el deporte
Al hilo de la baja presencia mediática de la mujer en el deporte, la presencia de las personas con discapacidad o diversidad física y/o intelectual es prácticamente inexistente, a pesar de las intervenciones específicas de las administraciones para promover el deporte inclusivo y que hay ligas específicas y la mayoría de deportes se practican en su modalidad adaptada.
El estigma hacia las personas que conviven con el VIH continúa con su invisibilización hoy en día, hecho que produce una desinformación que desemboca en miedo, violencia, discriminación, serofobia interiorizada y frena el diagnóstico temprano. Las personas en tratamiento, y por lo tanto con un nivel vírico indetectable, desarrollan el mismo nivel deportivo que las personas seronegativas y son intransmisibles.
La presencia de las personas trans en el deporte es casi inexistente y las políticas de admisión en las federaciones y en la competición de alto nivel no se ajustan a la realidad social y a la legislación vigente, impidiendo, en la mayoría de los casos, el acceso y el desarrollo deportivo de estas personas. A día de hoy ninguna persona trans ha participado en los JJOO.
La segregación por género (binarismo de género) representa un escollo muy pronunciado que imposibilita en muchos casos la participación de las personas intersexuales y que en ocasiones puede llegar a estigmatizarlas.
La libertad para expresar la orientación afectivo-sexual de las personas está muy limitada a la respuesta social y, unánimemente, las personas deportistas que posteriormente han visibilizado su orientación han expresado que han sufrido problemas de desarrollo deportivo por no poder expresarse libremente o vivir su realidad para poder recibir públicamente afecto y apoyo que les habría sido muy importante para poder desatar todo su potencial.
El número de personas cuya orientación afectivo-sexual no normativa había sido declarada o era visible en los últimos JJOO (Río 2016) fue de apenas 49 (0,4%) frente a 11.551 atletas. En toda la historia de la liga de fútbol masculino de España no hay ningún deportista que haya declarado una orientación afectivo-sexual no normativa.
La reivindicación de los colectivos desfavorecidos no es que se nos pongan las cosas más fáciles, sino que no nos las pongan más difíciles.
La presencia del machismo en el deporte
Las bases del deporte se han desarrollado, en ocasiones, bajo un prisma no igualitario, heteropatriarcal; y en la enseñanza del mismo, desde etapas tempranas, se ha centrado en un binarismo en el que se le atribuían deportes de fuerza, estrategia y destrezas a los hombres y dejaban a un lado a las mujeres, relegándolas a la práctica de deportes estéticos, pero siempre tuteladas por hombres: ya sea como gestores, entrenadores y demás personal cualificado.
Un claro ejemplo de esta discriminación es que a las mujeres no se les permitió participar en los JJOO hasta el año 1900 y su participación fue de un 2%, cifra que no alcanza el 15% hasta 1972 y nunca ha alcanzado o superado el 50% de participación.
Respecto al papel de la mujer como gestora o como entrenadora, en España, de las 65 federaciones deportivas tan solo 4 de 65 tienen como presidenta a una mujer (6,2%) y el número de deportistas en posesión de licencia federativa es de 2.814.387 hombres frente a 771.746 mujeres, es decir, un 78% de hombres y 22% de mujeres (datos 2018).
Incluso en nuestra sociedad se repiten mantras discriminatorios en las clases de Educación Física con la segregación o con frases bien conocidas que atribuyen aspectos negativos a las mujeres o la feminidad como: “corres como una nena”, “tienes menos fuerza que una chica”, “esto es un deporte de hombres”
La presencia estimada de las mujeres deportistas en los medios de comunicación es de sólo un 5% (análisis del estudio de Saiz Baranda 1979-2010), unas veces sola (2%) y otras acompañada por al menos un protagonista masculino (3%), mientras que el hombre lo era en el 92%.
Mucho trabajo, pero un futuro diverso y justo si aunamos fuerzas.