En estos días de encierro, debido a la emergencia sanitaria que se ha producido por la SARS-COV_2, no queremos dejar de lado nuestra labor para reivindicar la igualdad para las personas del colectivo LGTBI en el ámbito deportivo.
El deporte es una herramienta de desarrollo personal. La práctica deportiva permite el desarrollo físico y cognitivo, potenciando la capacidad de esfuerzo y compromiso, las habilidades sociales y una multitud de destrezas enriquecedoras.
«El deporte tiene el poder de transformar el mundo. Tiene el poder de inspirar, de unir a la gente como pocas otras cosas…Tiene más capacitado que los gobiernos de derribar las barreras sociales.» (Nelson Mandela)
Sin embargo, las bases sobre las cuales estamos sustentando la práctica del deporte son las de la segregación donde los decimos a las mujeres, desde que son niñas, que no tienen que «correr como una niña» (como si esto existiera) o «pegar como una chica».
Un claro ejemplo de esta discriminación histórica es que a las mujeres no se los permitió participar hasta la segunda edición de los JJ. OO. modernos, organizados por el COI, en 1900 y su participación fue de un 2%, cifra que no consigue el 15% hasta 1972 y nunca ha conseguido o superado el 50% de participación.
Las bases del deporte se han desarrollado, a veces, bajo un prisma no igualitario, heteropatriarcal; y en la enseñanza de este, desde etapas tempranas, se ha centrado en un binarismo en el cual se le atribuían deportes de fuerza, estrategia y destrezas a los hombres y dejaban a un lado a las mujeres, relegándolas a la práctica de deportes considerados estéticos, pero habitualmente tuteladas por hombres: ya sea como gestores, entrenadores y otro personal cualificado.
Mujeres como Kathrine Switzer fueron abriendo el camino de la mujer deportista: en 1976 desafió las reglas, en las cuales, oficialmente no se hacía mención que solo los hombres podrían entrar en la carrera y tampoco había un lugar en el formulario de inscripción para seleccionar el género; sin embargo, ninguna mujer había corrido este maratón inscrito de manera oficial y, durante esta carrera, intentaron echarla del recorrido. Acabó la carrera en 4 horas y 20 minutos, pero después sería descalificada y expulsada de la Unión Atlética de Amateurs. Sin embargo, el apoyo que después recibió eclipsó el escándalo y abrió paso a una nueva etapa.

Respecto al papel de la mujer como gestora o como entrenadora, en España, de las 65 federaciones deportivas tan solo 4 tienen como presidenta a una mujer (6,2%) y el número de deportistas en posesión de licencia federativa es de 2.814.387 hombres frente a 771.746 mujeres, es decir, un 78% de hombres y 22% de mujeres (datos 2018).
Volviendo al marco binario de los JJ. OO., hasta 2012 no se ha incorporado la categría masculina en boxeo y rugby en los pasados juegos de Rio 2016.
En el caso del fútbol, un informe elaborado por FIFPro, en colaboración con la Universidad de Manchester, destaca que el 49% de las futbolistas no cobra para jugar y el 87% finalizará su carrera deportiva antes de cumplir 25 años por la poca o nula remuneración económica que perciben.
En España se negocia ahora el primer convenio colectivo que regulo los salarios de las jugadoras en un marco de clara confrontación entre la RFEF y LaLiga, que impide avanzar en el acuerdo. Ahora mismo el sueldo mediano se sitúa en 400 euros mensuales.
Por si fueran pocos ejemplos de desigualdad, las mujeres no normativas, ya sea por su identidad de género o su orientación afectivo-sexual, sufren de violencia verbal e institucional de manera habitual en el ámbito deportivo.
Un ejemplo reciente fue la repercusión mediática que protagonizó el beso que , Magdalena Eriksson de Suecia y Pernille Harder, que protagonizaron un beso en el campo. Hay que recordar que las persones heterosexuales «salen del armario» continuamente con frases como «veré a mi mujer/marido», «mi novia es..», «he quedado con mi chico»; sin embargo, no reciben una repercusión social.

Entre las deportistas internacionales, Ada Martine Stolsmo Hegerberg, Pelota de Oro, delantera en la Olympique de Lyon de la Division 1 francesa, ostenta el récord al mayor suedlo registrado, la cifra del cual asciende a unos 400.000 euros anuales; cifra irrisoria frente a su homólogo Messi, valorado en 8,3 millones de euros mensuales.
Desarrollarse deportivamente, o bien en un modelo social que no acepta y/o no incluye las relaciones afectivas no normativas, o vivir escondiendo una parte de tu propia vida (con la no aceptación que esto implica), es prácticmente imposible.
Estos son algunos de los ejemplos de obstáculos que tienen que superar las deportistas lesbianas en nuestro territorio; por eso, y otras muchas razones, reivindicamos una Ley de Igualdad LGTBI Estatal, que permita que las mujeres lesbianas no lo tengan más difícil. Además es necesario que las políticas de igualdad sean transversales al ámbito deportivo e insistir en que la enseñanza de la práctica deportiva, ya sea en la enseñanza pública, como en los clubes, se haga desde una perspectiva de género y de igualdad.
Reivindicamos pues, una vez más, el fomento del deporte en diversidad, sin discriminación, en un entorno de desarrollo personal inlcusivo.
Acabemos con la lesbofobia en el deporte, por un deporte seguro, inclusivo y diverso. Necesitamos referentes: chicas apoderadas que vayan abriendo camino en el deporte.
Lo que no se ve, no existe. Visibilízate!